Aunque geográficamente no están en el radio de influencia de las situaciones geopolíticas de América y menos de Panamá, la situación tensa que vive Ucrania refleja que aún persisten en el mundo posiciones políticamente radicales que exponen a los habitantes de determinados países al capricho de los políticos que alcanzan el poder y que después se olvidan que representan el querer de las mayorías que en ellos confiaron.
Después de la disolución de la Unión Soviética, en 1991, Ucrania paso a ser un Estado miembro de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), llevándose consigo territorios anexados desde que era miembro de la Unión Soviética, entre ellos la República autónoma de Crimea y la ciudad con estatuto jurídico independiente de Sebastopol.
En poco tiempo Ucrania, al igual que Rusia y Bielorrusia (las otras integrantes de la CEI), se autonomiza hasta llegar a manejarse con total independencia; pese a que siempre ha sido notable que Rusia ha tratado de mantener un control sociopolítico sobre varias de sus antiguas repúblicas aliadas, lo cual no siempre lo ha logrado, teniendo que recurrir a maniobras políticas y militares, como la secesión de Osetia del Sur y Abjasia en Georgia.
Aunque Ucrania tuvo otras anexiones mientras fue miembro de la Unión Soviética, los casos de Crimea y Sebastopol son muy particulares por sus grados importantes de autonomía, lo cual se ha convertido ahora en el foco de un conflicto surgido con Rusia, a partir de la caída del último gobernante de Ucrania, Viktor Yanukovych.
Al Yanukovych impulsar una economía alejada de la comunidad europea y más allegada a Rusia despertó las suspicacias de las mayorías ucranianas del país que no quieren volver a la decadencia económica posterior a la era soviética que sacudió a la nación hasta 2000.
Igualmente, Yanukovych fue protagonista de la lucha por el poder en Ucrania varias veces desde 2004 cuando por primera vez ganó un torneo electoral para presidente, viniendo de ser Primer Ministro, puesto este que alternó con Yulia Timoshenko en bandos políticos rivales, por lo que la población tiene una visión completa de su orientación política pro Rusia.
Rusia, que desde el principio anunció complacencia con el gobierno de Yanukovych, se incomodó por la salida intempestiva de éste y ante el arribo al gobierno ucraniano de la fórmula política pro Unión Europea encabezada provisionalmente por Oleksandr Turchínov, escuchó, con más atención, a las minorías de origen ruso en Ucrania que se concentran en la República Autónoma de Crimea (localizada totalmente en la península homónima) y amenazó con una intervención armada con el fin de garantizar el bienestar de la población de origen ruso en el territorio ucraniano, quienes se oponen al actual gobierno.
Crimea ya fue motivo de conflicto antes, ya que entre 1854 y 1856 ocurrió la Guerra de Crimea entre rusos por una parte y una alianza británica, francesa, turco-otomana y piamontesa por la otra.
Los aliados lograron, en esa guerra, detener las ambiciones del imperio ruso de acceder por el Mar Negro hacia el Mediterráneo tratando de doblegar al imperio otomano que dominaba el Estrecho de Dardanelos, so pretexto de garantizar para los ortodoxos los lugares santos en Palestina.
Crimea y en especial Sebastopol son zonas estratégicas para Rusia en el Mar Negro. Una Ucrania identificada con occidente podría poner término al convenio por medio del cual en 1997 Rusia cedió la ciudad a Ucrania a cambio de que se permitiese a Rusia conservar una base militar en la ciudad hasta 2042, lo cual fue ratificado durante el gobierno de Yanukovych.
Si bien es cierto que Sebastopol y Crimea son territorios autónomos de Ucrania con población mayoritariamente de origen ruso, también lo es que el traspaso de ambos territorios a Ucrania desde los tiempos de la Unión Soviética se hizo en pleno derecho y autenticidad.
También hay que reconocer que la población original de la península estaba compuesta por pueblos tártaros que fueron deportados con brutalidad en 1944 bajo el régimen de Stalin. Los tártaros de Crimea, quienes ahora representan aproximadamente 12% de la población fueron la población mayoritaria de Crimea antes de su expulsión y por esto se acrecienta la lucha étnica en Crimea entre Tártaros y Ucranianos descendientes de rusos.
La península de Crimea, el punto de mayor volatilidad en la crisis ucraniana, es una parte pro-rusa de Ucrania separada del resto del país geográfica, histórica y políticamente; además de que alberga la flota naval de Rusia en el Mar Negro. Sin este bastión Rusia quedaría en clara desventaja en sus aspiraciones de control militar en la región.
En definitiva, la política pro occidental del actual régimen de Ucrania, encabezado ahora por Petró Poroshenko preocupa a Rusia, quien ha dado los primeros pasos para asegurar su presencia en el Mar Negro. Además de Ucrania y las mayores potencias de occidente, hay otros actores que aún no han mostrado su punto de vista frente a la actuación rusa que bien pueden estar preocupados por una posible anexión de Crimea por la fuerza, como Turquía – que controla Dardanelos – y Georgia, países que no están en su esfera política, pero que saben que con Crimea bajo total control de Rusia, la soberanía de sus respectivos espacios en el Mar Negro y sus costas están en amplia desventaja.